Un estudio llevado a cabo sobre una serie de jóvenes demuestra que la mala acústica afecta negativamente a las capacidades de los estudiantes. Concretamente las capacidades aritméticas, lectoras y de memorización disminuyen significativamente en presencia de altos niveles sonoros, además de crear diversas distracciones en función de la naturaleza del ruido.
Dicha afección se da tanto en alumnos de primaria como de secundaria, haciendo de este fenómeno un factor a tener en cuenta en cualquier edificio orientado a la enseñanza. Esto remarca la importancia de estudiar tanto el tratamiento del edificio (acondicionamiento y aislamiento) como su ubicación con respecto a focos ruidosos (carreteras, aeropuertos, etc.) con objeto de lograr las mejores condiciones acústicas posibles para los estudiantes.