El ruido está relacionado con cualquier sonido que resulte molesto o pueda ocasionar pérdida de la capacidad auditiva, o simplemente, ser perjudicial para la salud. En este sentido, el ruido es capaz de provocar unos efectos ‘secundarios’ que inciden sobre las funciones orgánicas, sin estar directamente relacionadas con el oído. Entre ellos, encontramos la dilatación pupilar, el estrechamiento del campo de visión, inestabilidad en el equilibrio, hipertensión, angina de pecho, alteración de la circulación coronaria, vasoconstricción periférica, aumento de la adrenalina, hiposecreción salival y gástrica o predisposición a úlcera duodenal, entre otros.
Una de las consecuencias más relevantes que puede llegar a ocasionar el ruido es el riesgo de padecer hipertensión arterial (HTA), una enfermedad crónica que se caracteriza por el continuo aumento de los niveles de la presión sanguínea en las arterias.
Además, puede provocar una clara alteración del sueño e incluso puede llegar a causar insomnio. Repercute en el aumento de la actividad cerebral, de los movimientos del cuerpo y de las respuestas autónomas. Del mismo modo, aumenta la frecuencia cardiaca y respiratoria. Todo ello, produce que la persona afectada se despierte en numerosas ocasiones y tenga dificultades para alcanzar las fases más profundas del sueño, por lo que su descanso no es el adecuado, hecho que repercute en el resto de su actividad diaria.
Como ya hemos comentado, el ruido puede tener un impacto directo sobre la capacidad auditiva, que de no tratarse podría desembocar en un problema aún más grave. Puede generar problemas auditivos que afectan de forma negativa a nuestra salud:
Hipoacusia
Es la conocida como ‘sordera profesional’, que sería la originada por la exposición a elevados ruidos de manera crónica, especialmente en el puesto de trabajo. Hoy en día, es una de las enfermedades profesionales más frecuentes debido al elevado número de trabajadores que cada jornada están expuestos a altos ruidos. Influyen diversas características en su nivel de incidencia sobre el individuo, tales como, las condiciones del medio laboral, que las vibraciones se transmitan por el suelo y las paredes, que el trabajo sea en espacios abiertos, etcétera. Del mismo modo, influyen las características físicas de cada persona, como su sensibilidad o su edad.
Presbiacusia
Aparte de la llamada ‘sordera profesional’, la exposición al ruido puede desembocar también en una presbiacusia. Esta sordera aparece con el paso de los años, provocada por el envejecimiento del sistema auditivo. También encontramos la pérdida temporal de la audición, una elevación pasajera del umbral auditivo ocasionada por la exposición al ruido. Normalmente se va recuperando poco a poco, a medida que desaparece el ruido.
Debido a todos estos motivos, queda patente la necesidad de disfrutar de un buen confort acústico, tanto en el espacio de trabajo como en el hogar, así como en los momentos de ocio y descanso. Por ello, siempre es recomendable consultar a profesionales del sector que puedan asesorar a particulares y empresas con los mejores métodos para mantener en todo momento una buena salud auditiva. En Aistec, estudiaremos su caso individualmente y de forma detallada, de modo que le ofreceremos la solución más adecuada al problema en cuestión.